martes, 10 de septiembre de 2013

Así el diluvio separó tres carnes - Daniel Alcoba


La tierra se pervirtió ante Dios y estaba llena de violencia. Miró Dios a la tierra, y vio que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Gn 6: 11-12
Hasta el diluvio hubo tres carnes: una seca, otra húmeda, híbrida la tercera. La primera se hizo de fuego y de sales minerales, la segunda con limo de la Tierra de los Dos Ríos. La seca apareció en el universo el día tercero, junto con la hierba verde, los árboles, las frutas; la húmeda el día sexto, poco antes de que Dios descansara el primer sábado.
Fue cuando la descendencia de Adán ya había crecido bastante que los ángeles vigilantes –del tráfico estelar– descendieron del cielo a la Tierra a buscar sexos húmedos. Entonces ambas carnes intentaron mezclarse con terribles resultados, como que engendraron tercera carne, la híbrida. Circunstancia que Yahvé remedió con dos drásticas, medidas sucesivas:
1) Limitar la longevidad de mujeres y hombres a ciento veinte (120) años.
Pero las húmedas descendientes de Caín se unieron con los ángeles guardianes secos y brillantes como estrellas. Y lo que vio Yahvé fue multiplicarse la maldad junto con la descendencia de ambas carnes. Nefilim, el nombre de los gigantes híbridos es genérico y designa a tres especies diferentes o razas hibridas paridas por las húmedas cainitas: los guilim, los nafidim y los elios. Estos últimos eran insaciables devoradores de seres humanos. Yahvé no pudo soportarlo y tomó la medida más drástica:
2) Exterminar a la humanidad, a los ganados, reptiles, aves del cielo y también a toda carne: כּל־ בּשׂר
La Torah no emplea la expresión carne seca, húmeda, híbrida. Se limita a repetir toda carne. Y durante treinta siglos los rabinos han creído que el texto se refería a los humanos y a los ganados, reptiles, aves del cielo… Pero no: כּל־ בּשׂר alude también a guilim, a nafidim y a elios, que como abominables híbridos nacieron con la marca de Caín por sus madres, e insaciable hambre carnívora .
Yahvé, al crear al egrégor Ar’taqof (la Tierra), jefe de los ángeles lujuriosos, vio que había cargado la tinta en ese rasgo del carácter, y supo que Ar’taqof seduciría mujeres y concebiría muchos monstruos, entonces decidió: ¡Los nefilim serán durante un rato, pero también los hago solubles en agua!
Si en el día tercero juntó las aguas debajo de los cielos e hizo aparecer lo seco, y en el sexto creó a los seres humanos y a los maziquim (demonios contrahechos, porque no tuvo tiempo de corregirlos, por el primer sabbath que se le vino encima), con el diluvio separó para siempre la carne seca de los ángeles estelares de la lasciva humedad de las mujeres; y al diluviar disolvió a los guilim, nafidim y elios.


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