viernes, 25 de mayo de 2012

Mi muerte, la muerte - Fernando Andrés Puga


Ella sabe de mí. No me pierde pisada. Vino a este mundo en el instante en que nací. Salió del mismo vientre. Atravesó el mismo dolor. Aunque ella no sale en las fotos, ella es yo y yo soy ella. Desde aquel lejano día en que fuimos engendrados caminamos juntos. Sin embargo nadie podría confundirnos, al menos hasta hoy. Yo cambié con los años, es obvio. Ya no soy ese niño que no reparaba en su presencia, ni el joven presumido que se burlaba de ella, creyéndose inmortal. Hoy sé que está aquí. La siento en mi desgano. Paciente. Inalterable. Ella es siempre la misma oscura voz que me retiene y se enreda en mi cuello. Ahoga las palabras que trabajosamente buscan salir de mi boca, pone piedras en el camino para que yo tropiece, me empuja cuando estoy al borde del barranco, me petrifica si el mundo está por estallar. No ríe. No llora. Me mira por encima del hombro. Es esa máscara rígida que se oculta tras mis gestos y hoy, claro está, no faltará a la cita. Mientras entorno los ojos, se adueña de mi rostro, lo vacía de mí, lo deja en esas fotos que narrarán mi historia. Lo que no sabe la muerte, mi muerte, esa engreída, es que se va conmigo y que los inefables gusanos sempiternos también harán de ella tierra fértil. 

 Acerca del autor: Fernando Puga

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