jueves, 22 de marzo de 2012

Mandato - Néstor Darío Figueiras


El flamante Primer Ministro se aclaró la garganta.
—Procedan.
El caparazón de cristal diamantino se cerró sobre él. Su cuerpo se tensó, según mostraban las máquinas que leían sus impulsos vitales, dentro de la valva nacarada desde la cual gobernaría. Sabía que billones de espectadores estaban observándolo conteniendo el aliento, en cada uno de los numerosos mundos de La Comunión. La ceremonia de asunción era transmitida por infinitrón al Universo entero. Todos, absolutamente todos, estaban frente a sus terminales portátiles, prontos a practicar su civismo. Se oyó a si mismo decir con vehemencia: —Yo, Lucio Zimastein, Primer Ministro de La Comunión de Mundos, prometo asumir con responsabilidad… sometiéndome a vuestra continua injerencia… garantizar la justicia, la paz, y la fraternidad… hasta el final de mi mandato… —Las palabras que vibraron en todo el Cosmos se le antojaron un presagio terrible. Años enteros anhelando ese momento decisivo, repitiendo una y otra vez el juramento, y ahora todo era tan aterrador. Cuando culminó su discurso, una ovación rugiente cimbreó a través del infinitrón, reverberando a lo largo de millones de pársecs. A su pesar, sonrió a las cámaras. Las luces de la valva destellaron, y cientos de filamentos penetraron en su cuerpo, conectándolo a la red. Fue sumergido violentamente en el ejercicio de su función pública. De pronto, su conciencia, suspendida en un oscuro mar virtual, fue asediada por innumerables seres que, desde sus terminales, preguntaban, reclamaban, protestaban, suplicaban, exigían, adulaban, insultaban, o increpaban. Sintió que anónimas garras lo despedazaban sin piedad, arrancándole las respuestas, las promesas, los descargos y las disculpas. En medio de esa pesadilla sin tregua, se preguntó desesperadamente cuando finalizaría su mandato. Mientras tanto, en el salón de gobierno, los robots enfermeros retiraban el cadáver de su antecesor.

 Néstor Darío Figueiras

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