sábado, 22 de agosto de 2009

Pro Anatomías - Héctor Ranea



–Nuestra próstata, Profesor –me decía el gusano T’si mientras deglutía una ensalada de perejil, -es una organela parecida a un cinturón, pero derivada de una modificación de las hemorroides.
Mis náuseas me impedían seguir tragando el cordero al horno con salsa de berenjenas.
Él continuó:
–Mis prótesis dentales nanométricas las cuida un escarabajo provinciano que hace las veces de proctólogo, pues nuestro ano produce una sustancia provitamínica que les sirve para eso, para promover su apetito y potencia sexual.
Yo sabía que debía mantenerme impasible frente a su afrenta pues estos gusanos no sólo gozan de nuestros vahídos sino que después se alimentan comiendo lo que dejamos en el vómito y eso, como se sabe, es considerado falta grave por nuestras autoridades.
Se sabe que un Orco Huymans dejó su pata de conejo ante los embates escatológicos de cierto gusano T’si y las autoridades trasladaron al Huymans a otra cámara con resultados nefastos para su vida.
–Proceda –me instó el gusano. No se complique el prontuario, Profesor. Proceda.
Seguí comiendo. Y él gusano se dirigió a mí.
–Prostitutas como las de Espaitos no se ven así nomás. Les gusta que procedamos a proponerles nuestro cuerpo procreador. Les gusta. Aparte de nuestra contribución a su prominente posición social, claro.
Ya me venía el vómito pero debía evitarlo. Pero no pude más cuando el ladino gusano T’si, digno sucesor de Odiseo de Ítaca, me dijo:
–Prometo que si lo proponen para formar parte del programa de alimentación de la soberana, le diré al procanciller qué receta propone Usted para sí mismo. ¿Le gustaría ser propósito cárneo o fúngico?
Ahí vomité porque el sonido pro me superó y el gusano aprovechó para comer de los miasmas hasta dejar todo limpio.
Luego vendrá mi castigo. Está prohibido terminantemente alimentar a los gusanos T’si. Ellos están apoderándose de nuestras conversaciones.

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