domingo, 9 de febrero de 2014

Sobre la pintura – Cristian Mitelman


Li Yu enseñaba caligrafía y dibujo. Un día le exigió al más aventajado de sus discípulos que dibujara un caballo en cuatro trazos. El joven, tras meditar unos momentos, cumplió la consigna.
Una semana después, Li Yu le pidió que dibujara un caballo en tres trazos. Por más que lo intentó, el alumno no logró su cometido en el taller. Sin embargo, al otro día se presentó con el dibujo solicitado. Había trabajado toda la noche y estaba pálido por el esfuerzo.
Li Yu apenas miró la obra y lo instó a que dibujara un caballo perfecto utilizando sólo dos trazos.
Siete días después, la luz del candil enseñaba un rostro ceniciento, como el de quien ha pasado muchas noches en vela resolviendo un problema que se halla en el límite de sus posibilidades.
—Dibuja un caballo con un solo trazo —respondió lacónicamente el maestro.
Las grullas retornaron nueve veces sobre el techo de Li Yu. Una mañana apareció un hombre envejecido. ¿El estudio? ¿El cansancio de los viajes? ¿Los excesos de concentración?
Al anciano le costó reconocerlo, pero un gesto disipó sus dudas:
—¿Me has traído el caballo?
El discípulo habló modestamente:
—Dibujé días enteros; estudié a los clásicos; frecuenté a los modernos. Conocí todas las formas de la caligrafía, incluso las letras que anteceden al Imperio. Finalmente comprendí las formas del dibujo.
El hombre señaló el cielo. Una pequeña nube indolente cabalga en el azul.
Li Yu le respondió al joven que a partir de ese momento ya no era discípulo de nadie.

Acerca del autor:
Cristian Mitelman

No hay comentarios.: