martes, 15 de noviembre de 2011

¡Corten! – Ricardo Giorno


—Está muerto —dijo Aase y apagó el GvH.
Me quedé mirando aquella aberración. Y puse cara de no poder creerlo. Aunque, claro, mi cara no tiene nada que ver con las caras que iban a verme, así que no sabía qué podían leer en mis gestos. Entonces, Aase me tomó de un tentáculo y me hizo girar. Me clavó los ojos. Los ocho ojos me clavó. No tenía esa eterna mueca de joven pícaro. Ahora parecía uno regañado, furioso. Aunque, claro, su cara no tiene nada que ver con las caras que iban a verlo, así que… bueno, eso mismo.
—Está muerto, Itr —me dijo mientras volvía a encender el GvH y me mostraba la pantalla—, créelo.
Leí en el GvH: ninguna lectura del cuerpo tirado frente a mí. Un agujero rojizo le desfiguraba el pecho. No había rastros de humores; no esperáramos que hubiera. Esos seres no tienen “vida” tal como la conocemos.
Las pruebas resultaban contundentes. Lo habíamos exterminado. Pero aún así no podía creerlo.
La alimaña permanecía tirada en el centro de una depresión en medio de las dunas. Desgraciadamente (puse cara de “desgraciadamente”), lo rodeaban siete de sus más fanáticos seguidores. Aquí sí había humores en abundancia: los partidarios eran seres humanos normales, lo sabíamos muy bien. No pudimos evitar ese sacrificio. Vimos cómo los humores se perdían en la arena. Imposibilitados de reaccionar ante tanta…
Del otro lado de la depresión nos llegó un sonido conocido, acostumbrado: ruido de “pasos”. Pasos suaves, cansados de transitar la arena.
En la cima de la duna apareció un humano semicubierto de una trama vegetal mojada por su propia agua.
Qué desperdició, pensé. ¿Cómo puede alguien vivir evaporando agua? Sólo lo pensé, no puse cara de “qué desperdicio”.
—¡Corten! —nos dijo en su idioma sencillo y llano—. Ustedes dos deberían haberse echado sobre los “cadáveres” y sorberles las “heridas”. Ya les expliqué un millón de veces que los líquidos que salen de sus cuerpos no son reales.
¿Qué significaría “millón”? Por las dudas no contestamos. Y nuestras caras resultaban neutras.
—Mañana por la mañana solucionaremos el error —continuó desde la cima de la duna—. Ahora descansen, que nosotros seguimos con nuestra parte de la filmación.
Nos miramos con Aase, y al instante nos comprendimos. Cada uno se enterró en la arena y partió hacia su propia guarida. Cuando las sombras cayesen nos reuniríamos para nuestro pasatiempo preferido. ¡Qué sabrosamente excitante que es el agua del humano! Y, sin necesidad de ir eligiendo la cara circunstancial, la arrebatamos sin culpa. Total, ellos siempre la reponen, aunque ignoro cómo lo hacen…
¿Qué significará la palabra “error”?

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