miércoles, 5 de enero de 2011

Las disertaciones de Bonita - Raquel Barbieri


A nadie se le ocurrió jamás, ni a uno solo de los que la conocieron, darse cuenta de que Bonita era su nombre real, el que aparecía en el documento de identidad.

Y ella, que andaba por la vida prestando atención a todo lo que la rodeaba y era una gran observadora de causas sin remedio, siempre pensaba en que la gente necesita transformarle el nombre al otro de un modo u otro, salvo excepciones. A las Florencias se les dice Flor, Florcita, Floppy, pero Florencia, muy pocas veces. Pareciera que emitir el nombre completo es una afrenta, algo demasiado formal, o la demostración de un enojo o antipatía hacia la susodicha. ¿Por qué? Bonita era curiosa de los mecanismos de la mente humana. Ahora le había dado por los nombres, quizás porque el de ella era tan poco frecuente como su personalidad divertida, cálida y en momentos, desconcertante.
¿No puede ser que a uno sencillamente le guste el nombre de la persona? No.
No son así las reglas de la sociedad. Si queremos a alguien, lo tenemos que llamar con un apodo, y si nos cae pesado, ahí sí le decimos por su nombre real:

- ¿Cómo estás Julieta?
- Bien, Roxana.
-¿Estás segura? Porque se te ve tan demacrada...

- ¿Qué es lo que querés, Horacio?
- ¡Nada, María Pía!

Y Bonita seguía pensando en las Alejandras, que son Ale, Ali, Alita, nunca Jandra; las Lauras se transforman en Lau o Lauri, las Claudias devienen Clau o Claudi, las Micaelas son casi seguro Mica, las Silvias, Silvinas y Silvanas son Sil o Silvi... las Susanas son Susi o Su, y Giselle es Gisi o Gi, Beatriz es Bea, Marcela es Marce, Belén es Belu o Bel, las Raqueles pasan casi automáticamente a ser Rachel, Raquelita o Raqui y así podría continuar hasta quedar extenuada… Clara es Clari, Gabriela es Gaby, Catalina es Cata o Cati, Carolina es Caro, Mariana y Marina son Mari y entonces María es Maru, porque Mary con y griega, ya está demodé.

Si a Josefina le dicen Jose, entonces a Fina se la llevó el sátiro porque le quitaron su parte femenina. Decirle Jose a una fémina es sacrílego… es como decirle Roberto o Jorge. ¿Y si a José María le dijeran María? También podría decírsele Wendy o Karina, ¿Por qué no? No habría diferencia alguna. Ya lo convirtieron en mujer como a Josefina que terminó siendo José y tal vez hasta le digan Cacho en algún momento.
¿Cómo habría que llamarse para que a una persona le dijeran su nombre sin abalorios?
Posiblemente... Bonita.

Entonces, cuando Bonita surgió en la vida de Donato, él pensó algo instantáneo: que el apodo vendría puesto de parte de los padres o de alguna tía soltera o una abuela subjetiva y miope, ya que su novia no era tan bonita como para que la llamaran así al unísono. Y curiosamente, a ella nadie le acortaba el nombre, sino que la llamaban degustando con deleite la pronunciación de la bella palabra que enmarcaba a esta mujer inteligente y rara.

Que Bonita no fuera bonita no evitó que Donato se enamorara de ella y caminaran juntos el resto de sus días. Y ella se dio cuenta al corto tiempo de estar con Donato, que él la llamaba Mi Amor y ella a él, Tesoro.

Ellos dos también pertenecían al mundo...

Extraído de El Despertar de la Crisálida

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