sábado, 26 de junio de 2010

Luis construye mañanas - Olga Appiani de Linares


Los domingos, cuando todavía los pájaros remolonean en los nidos, contagiados de pereza humana, Luis sube a su bicicleta y se larga a andar por las calles ajenas. Sin apuro, sin tarjetas que marcar, sin capataces, con la mañana lustrosa sobre los hombros, él pedalea mientras el sol, estremecido de escarcha, patina en los techos de la barriada. No sabría explicar por qué se larga así, a la buena de Dios, cuando podría aprovechar para descontar cansancios y dejarse estar en la analgésica modorra del feriado, que borra tanto esfuerzo inútil, tanto lunes inevitable, tanta humillación rumiada. Ni él mismo sabe qué lo fuerza a dejar la cama calladamente, sin incomodar el sueño de Rosa o de los chicos, para deslizarse, todavía sombra entre sombras, a la cocina. Un par de mates, esa amarga tibieza que reconforta y luego, como cada día, la bicicleta. Y la calle, que lo llama con su boca dentada de verde, su piel cuarteada de pasos idos. Luis pedalea despacio, y deja que los ojos se le llenen de veredas solitarias, de casas que aún duermen, protegidas por los ojos vigilantes de sus faroles. Faroles que, a medida que el día extiende sus tapices, parpadean y se cierran hasta que la noche vuelva a reclamarlos. Campanas con vocación de monaguillo se hamacan en el aire limpio, viejas devotas se desprenden de portales bostezantes para responder a la convocatoria. La mañana pedalea sin ceremonias junto al hombre oscuro, vuela con los gorriones inquietos, repica en los campanarios. El barrio se desliza, cinta sin fin, a cada costado. Y Luis mira las casas, los jardines que se desperezan, las puertas cerradas, las ventanas mudas. Y vuelve a levantar edificios. Pero esta vez solo en su mente, altas torres hechas de luz y de aire. Con miles de ventanas. Ventanas de muchos colores, todas distintas, únicas todas. Como las personas mismas… La calle alterna asfalto y adoquines, baches y suavidades; los semáforos, pasiones y esperanzas. Y Luis, en cada pedaleo, construye muros y abre ventanas ilusionadas... Una ventana azul... una ventana de sol... una ventana ojos del zorzal... una ventana silenciosa... una ventana a la vida... una ventana cerrada... una ventana sin mayores pretensiones... una ventana fría... una ventana alegre... una ventana ríspida... una ventana de cinco centavos... una ventana de arroz... una ventana de besos... una ventana briosa... una ventana característica... una ventana de acero.... una ventana sin calificativos.

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