jueves, 21 de enero de 2010

El chirimiri del ángel - Manuel Pérez Báñez


Se cuenta que un niño capturó con liria un ángel de leche, que más que alas tenía incipientes plumones en su espalda. Éste yacía moribundo del titánico esfuerzo por liberarse de la mortal trampa de pegamento. El niño, al verlo, quedó avergonzado y arrepentido. Lo soltó con delicadeza, cicatrizó sus heridas, le dio agua fresca de una fuente y lo llevó hasta una loma cercana donde con paciencia lo instruyó para que recuperara las fuerzas necesarias para poder volar con sus aún inexpertas y níveas alas. No fue tarea fácil. Al cabo de varios días, el ángel restablecido le agradeció al niño su empeño. Con lágrimas (ese día, a pesar de ser verano, llovió suavemente sobre la aldea) se marchó volando una mañana. Desde entonces todos los niños —incluso los más crueles— poseen su ángel de la guardia. Desde entonces una fina lluvia cae cada once de Agosto sobre la aldea. Los del lugar la llaman el chirimiri del ángel. Ese día todos los niños lo celebran soltando jilgueros en la plaza del pueblo.

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