viernes, 3 de julio de 2009

Bestia - Antonio Cruz


Para María Luisa Valenzuela

Como era un burro, sus compañeros de escuela lo bautizaron “Bestia”; no hubo apodo mejor puesto en el pueblo. Con el paso de los años honró dicho mote. Fue la oveja negra de la familia. Más ladino que un zorro, astuto como un hurón, chismoso como loro. Venenoso como alacrán, tenía lengua de víbora. Por ser amigo de lo ajeno parecía una urraca, pero cuando lo apretaban se apichonaba y simulaba ser una dócil y sumisa paloma. Las veces que estuvo preso cantó como una calandria y mandó en cana a todos sus amigos.
Con las mujeres se hacía el gallito, pero a la hora de los bifes no alcanzaba a ser otra cosa que un cerdo. Un asqueroso gusano. En fin, una miserable rata que reía como una hiena.
Ya cincuentón, se volvió hombre de confianza de un caudillo lugareño, pero cuando el jefe cayó en desgracia, trató de acomodarse con las nuevas autoridades hasta que cometió una gansada y se hizo perdiz. Desde entonces nunca más tuve noticias de él.

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