viernes, 28 de noviembre de 2008

Sabiduría de Layo - Cristian Mitelman


A diferencia de las versiones más tradicionales del mito, Layo era  un hombre conocedor de todo su destino. Sabía que matar a Edipo era imposible y que, por uno de esos artilugios de la divinidad, el hijo volvería para trazarle el fin en su propia carne.
Con los años enviudó y volvió a casarse con una muchacha a la que obligó a llevar el nombre de la antigua esposa. 
Le hizo creer a Tiresias que la primera Yocasta seguía viva, de modo que el ciego fue ignorante de que se hallaba frente a otra mujer. (Para eso —como es claro— Layo le ordenó a la joven que permaneciera siempre alejada de ese ciego fabulador, cuyo único don era anticipar historias amargas.)
Luego le comunicó al anciano el temor de que lo asesinaran y que un hijo perdido en la noche se desposara con su mujer.
En un cruce de caminos Layo perdió la vida; Edipo se dirigió a la ciudad, al gobierno  y al supuesto lecho de la madre, en tanto que Tiresias acuñó un falso secreto que fue proferido mucho más tarde, en medio de la peste.
Para Layo era evidente que su asesino —en medio de una revelación tan cruel como falsa— se arrancaría los ojos y marcharía a un exilio ruinoso. Pero debía vengarse, porque era la única forma de poder restaurar el orden del universo.

1 comentario:

cassandra_dixit dijo...

interesante vuelta para un clasico.