viernes, 22 de agosto de 2008

2 Samuel 11 – Saurio


Me levanto después de dormir una bruta siesta, salgo a la terraza y me encuentro con semejante minón en bolas bañándose en el patio de su casa. Y yo no me iba a quedar cantando las mañanitas. Soy el rey, ¿m’entendés? Me importó un joraca que tuviera marido o que tuviera ganas de trincar conmigo: fui, hice la porquería y mi inmundicia me limpié. Pero la guacha quedó preñada. Y con el cornudo en la guerra las malas lenguas iban a murmurar. Soy el rey, ¿m’entendés?, Así que me lo mandé traer al gil, para que se la fife a la jermu, la embarace y asunto arreglado. Claro, no contaba con su lealtad y patriotismo, con su código guerrero, con su ética marcial. El desgraciado no quería garchar mientras sus camaradas morían en batalla. Así que le di el gusto y lo mandé al boludo a una misión suicida.
Soy el rey, hermano, y hago lo que se me canta.

No hay comentarios.: